Las medidas adoptadas por el Gobierno hasta el momento fueron un alivio, pero la agonía continuará. Ahora, con la prórroga de la cuarentena, las pymes necesitan más que antes apoyo y medidas diferenciales, atentos al impacto del entramado social que implica el sostén de las micro, pequeñas y medianas empresas.
El aislamiento social, preventivo y obligatorio producirá cambios todavía impensados, y sin poder dimensionar en todos los órdenes de la estructura social, política, gremial empresaria, sindical y de la sociedad toda.
Mientras se prorroga también la incertidumbre y no se sabe cuándo se regresará al normal funcionamiento de las actividades, la cadena de pagos se rompió, el dólar blue se disparó, de $84.75 hasta tocar los $120, y con esto un desmedido aumento de insumos y falta de precios de referencia.
El peso de la masa salarial en una pyme representa en promedio el 37,7% de su estructura de costos, con mucho mayor impacto que en las grandes empresas. Es por eso que desde CAME se reclama el 100% de subsidio de los salarios para empresas de hasta 40 empleados.
Para las MyPYMES el pago del costo del alquiler de un local, sin poder abrir las persianas, lo lleva directo a la quiebra. Desde que comenzó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, a las cero horas del pasado viernes 20 de marzo, dejó en jaque a un sinfín de rubros y actividades.
Sólo en marzo, por el inicio de la cuarentena, las ventas en supermercados subieron 23%, mientras que los comercios pymes las pérdidas ascienden los $120.000 millones, con rubros terriblemente afectados, como kioscos y librerías, ligados a la actividad educativa, tiendas de cotillón y regalos, indumentaria, calzado, bares, restaurantes, clubes, decoración, joyería, jugueterías, electrónica, mueblerías, peluquerías, los relacionados con eventos, y turismo (que al menos necesitarán más de un año para que comiencen a reactivarse. Las economías regionales dejaron de recaudar sólo por la cuarentena en Semana Santa unos $14.800 millones (entre turistas y excursionistas). En tanto que los trabajadores cuentapropistas monotributistas y autónomos merecen un capítulo aparte, con una gran necesidad de apoyo para sobrevivir mes a mes.
Hoy la mayoría no tiene ahorros, ni liquidez ni ingresos para pagar sus obligaciones cotidianas. Sólo el comercio pierde ventas por $10.500 millones en cada día de cuarentena. En este sentido, desde CAME instamos al descuento solidario de los días de alquiler por el cierre obligatorio.
La cantidad de cheques rechazados sigue siendo el termómetro que indica que la cadena de pago está rota. Luego de la apertura del clearing se triplicaron la cantidad de cheques sin fondos, lo que generó un descontrol de alrededor de $80.000 millones. Es que según estimaciones, el stock de cheques diferidos negociados por las PyMES en poder de los bancos asciende a los $220.000 millones, de los cuales entre el 35 y 40% vencen en abril. A lo dicho, se suman los valores en cartera que no fueron depositados y las facturas emitidas que deberían haber sido cobradas en este período.
Por eso también desde la entidad pedimos ampliar la moratoria, entendiendo también que los municipios, provincias y nación le adeudan a los proveedores.
En tanto, los exportadores, encuentran barreras sanitarias y no saben qué nuevos protocolos requerirán en el futuro ni cuándo se abrirán las fronteras.
En síntesis, todos los sectores están en jaque, mientras que el sistema financiero especula con los tiempos, la desesperación y la negativa -con insólitos requisitos- para entregar asistencia financiera.
Por lo expuesto, la prórroga de la cuarentena, debería estar acompañada de inmediatas, nuevas y amplias medidas de sostenimiento de las pequeñas y medianas empresas, movilizadoras del 70% del empleo privado del país.