El sector de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), a través de su director, Eduardo Rodríguez, y sus secretarios adjuntos, Sebastián Lafalla y Cristian Klingbeil; elevan para conocimiento la síntesis ejecutiva del área y sus deseos para el año próximo.
Desde comienzos de 2022 sufrimos eventos climáticos adversos en casi todos los complejos agroindustriales que hacen a las economías regionales, desde la intensa seca como consecuencia de las altísimas temperaturas sufridas a principio de año hasta las heladas tardías y los impactantes incendios sufridos en nuestra Mesopotamia.
No fue menor el impacto que tuvo comercialmente la guerra entre Rusia y Ucrania, donde tuvimos que replantear nuevos mercados para las mandarinas, las peras y los vinos, productos afectados por este conflicto bélico.
La falta de mano de obra temporaria (trabajadores golondrinas) fue y continúa siendo notoria en peras y manzanas, vitivinícola, olivícola, tabacalero, citrícola, yerbatero y frutas finas, por citar algunos complejos productivos. El problema aún no ha sido resuelto y se ha transformado en un factor inquietante para nuestros productores ya que no hay nada peor para un productor pyme de las economías regionales que no poder levantar su cosecha tras un año de espera.
A este panorama, hay que sumarle una macroeconomía no acomodada y una brecha cambiaria que no nos permite comprar insumos elementales para la producción — semillas, fitosanitarios y fertilizantes — al mismo valor en el que vendemos nuestros productos.
Otros problemas que caracterizaron este año fueron las asimetrías cambiarias con nuestros países vecinos, la falta de combustible, segundo insumo más importante de las economías regionales, por una falta de planificación; la falta de repuestos para nuestras maquinarias y tractores, ante la limitante de poder importarlos en tiempo y forma, y la presión tributaria en los 3 niveles, tema no menor que azota en forma desmedida a la producción y generación de empleo genuino.
En líneas generales, podemos decir que nuestras producciones no han sido escuchadas ni atendidas, pero por suerte, en su gran mayoría, nuestras plantaciones son ciclos perennes y hemos podido incrementar las exportaciones en dólares y mantener los volúmenes con respecto al 2021.
Las economías regionales, quienes representamos el 63% de los productores nacionales y damos trabajo en forma directa a más de 625.000 jornaleros, exportamos por 7.600 millones de dólares y atendemos diariamente la demanda doméstica de frutas y verduras, huevo, pollo, leche, té, yerba, algodón, aceitunas, vino, maderas; por citar algunos productos.
Esperamos poder tener mercados más transparentes, no seguir perdiendo productores año tras año y, sobre todo, que este 2023 nos permita hacer lo que mejor sabemos: producir.