¿Cuántos zooms resiste una agenda laboral? ¿Se puede enviar WhatsApp a cualquier hora, cualquier día?, ¿estar en casa implica estar disponible siempre? Quién no manifestó en algún momento fatiga por Zoom y hartazgo de pantallas.
Al rescate de nuestras atiborradas agendas, conversamos con Mariela Mociulsky. Ella es Fundadora y CEO de Trendsity y Presidenta de SAIMO y presentó recientemente un estudio sobre el tema:
Según un reciente estudio de Trendsity, observamos que los argentinos luego de atravesar el 2020, seguimos preocupados, con temores y ansiedad, pero además mucho más cansados.
Luego de vivir un año en el que sufrimos el impacto sorpresivo de la pandemia que cambió todo, sumado a las noticias de segundas olas de COVID-19, rebrotes y nuevas cepas en distintos lugares del mundo, crece la ansiedad y la incertidumbre.
Nos encontramos en tiempos de cambios permanentes y de reconfiguración: desde la forma de trabajar y la vida en los hogares -algo que dio origen a lo que bautizamos como “homo hogareño”- hasta las nuevas formas de consumo y la manera en la que se vinculan esos “neo consumidores” con las marcas.
Nuestra última investigación refleja que hay menos argentinos que se consideran adaptados al contexto (de 18% a 11% en estos días). La mayoría de la población reconoce sentirse preocupados, alternando un estado de ánimo cambiante y con altibajos. La angustia y la ansiedad no ceden terreno en los porcentajes de afecciones que se advierten. No es novedad que el estrés y los trastornos de ansiedad se dispararon con la pandemia. Lamentablemente se incrementaron también las adicciones, el insomnio y los trastornos de alimentación. Los temores se relacionan también con el desempleo y la economía, la desigualdad social, la intensificación de la brecha digital y otras inequidades en relación con la inclusión laboral y educativa que nos plantea el nuevo contexto de aceleración de la transformación digital.
Se estima que para cuando esto realmente termine habrá un cambio rotundo de tendencias, de la necesidad de control y certidumbre hacia la búsqueda de libertad, de nuevas formas de expresión y de creatividad. Pasó también en las posguerras. Es muy notable cómo la tecnología ha sido responsable de parte de la ansiedad y la fatiga del aislamiento, pero son muchos quienes también recurren a herramientas tecnológicas en búsqueda del bienestar, por ejemplo, con apps para meditar o que sugieren rutinas para sentirse menos angustiado.
Con el teletrabajo como “norma” en pandemia, toman mayor impulso discusiones -ya existentes- en torno a la necesidad de establecer límites a la comunicación laboral cuando ya no hay entorno físico ni horario de salida que delimite la jornada y la tecnología nos mantiene “a un clic y a disposición siempre”.
Teletrabajar en pandemia no es lo mismo que teletrabajar. Implica una situación de excepción donde el trabajo se tiene que combinar con la atención de una casa y una familia y sin la estructura ni planificación adecuadas.
A todo esto se le suma síntomas de estos tiempos como la fatiga por Zoom y el hartazgo de pantallas. El “derecho a desconectarse” fue reconocido en Francia en 2016, cuando se promulgó una ley que lo incluyó como un tema de negociación obligatoria en las empresas. Las virtudes de la conectividad son evidentes y más en tiempos de pandemia; el problema surge cuando se produce un exceso o abuso en las videollamadas -non stop- cansancio y aburrimiento.
Esta nueva relación con la tecnología y el trabajo exige nuevas normas y legislaciones que aún no logran reflejar las necesidades que tiene el mercado, por ahora son considerados intentos que no satisfacen ni a empleadores ni a colaboradores.
Podemos decir que el año pasado fue el de la sorpresa y los cambios de hábitos. Por eso en 2021 se espera que sea el año en el que aparezcan las soluciones. Seguirán vigentes hábitos adquiridos como el mayor distanciamiento social, el uso de tapabocas, la aceleración de la digitalización y las nuevas propuestas a partir de la tecnología, la educación y medicina a distancia. Siempre buscando un equilibrio, una adaptación a los cambios, a lograr la transformación cultural necesaria, y poder tramitar la preocupación, el cansancio, el desbalance de la tecnología versus la presencialidad.
Agradecimiento: Mariela Mociulsky es Fundadora y CEO de Trendsity y Presidenta de SAIMO